La Ciudad Blanca y el Señor Misti






Fotos por: Nia Tres Tildes

Lo primero que sientes cuando te bajas en el aeropuerto de Arequipa es cierto aire cálido y ligero. Los pasajeros desembarcan cayendo la tarde, frente a una montaña gigantesca coronada de nieve. Debe ser la misma sensación de las personas que se encuentran frente a frente con el Monte Fuji.

Pero esta montaña, este -estratovolcán- activo que vigila la ciudad como un gigante dormilón, se llama Misti, como las Misty Mountains del Señor de los Anillos, y de la lava solidificada de sus faldas se construyó Arequipa la blanca, una ciudad peruana en donde no se sabe si lo mejor es la comida o el paisaje.

Una de las zonas con más actividad agroindustrial del país peruano, con tierras perfectas para los ganados de la empresa de lácteos Gloria (que en verdad son la gloria) y plazas de mercado con deleites que van desde el Rocotto Relleno, la Ocopa Arequipeña y la máxima y tremenda Sopa de Queso.

Una arquitectura perfectamente colonial, con iglesias de piedra tallada y arcos seriados que en la noche se encienden como farolitos para que los forasteros cómo yo, nos quedáramos a oler el viento frío que bajaba del Misti a la Plaza de Armas.

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