Pétalos tejidos de la Cholita *Linda Flor*










Fotos por Nia Tres Tildes

No existe nada que me emocione más que las telas, los que me conocen lo saben. Pero fue la primera vez que viajé a los Andes Suramericanos cuando me volví adicta a la fluorescencia de los textiles andinos. 

Hace tres años, cuando fui por primera vez a Bolivia, me puse en la tarea de visitar todos aquellos sitios claves para la fabricación y confección de lo que al final del día, visten las vistosas cholitas paceñas. Enaguas, encajes, hilos, hilazas, mantas, awayos, chales bordados en una saturación que escandalizaría al rolo más clásico, son el paisaje de los mercados populares que visitan estas distinguidas damas.

Desde las que son exuberantes y opulentes como mariposas, hasta las que llevan con sencillez sus trenzas rematadas en borlas afelpadas, todas las cholitas son vanidosas. Construyen su atuendo con un esmero y coordinación digna de un reinado de belleza, y se enorgullecen de su traje típico y su estética de una forma admirable. Es impresionante su empeño en conseguir, invertir y construir lo que será su look terminado (que no es nada barato) y que cada de pieza resulte ideal y precisa para el atuendo.

Cada domingo salen a la iglesia con sus mejores pintas, a las que no les faltan sombreros de paño o prendedores de oro, acompañadas de sus familias que les siguen el paso orgullosas. Tienen su propia forma de sentirse poderosas, bellas y llamativas, revelándose como flores en medio de las plazas y parques de La Paz.

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